IV Centenario del EL GRECO
"IV Centenario del EL GRECO" es un espectáculo que pretende unirse a los actos para conmemorar los 400 años del fallecimiento del pintor,
a través de la música de la época y los instrumentos de pulso y púa (bandurria, laúd tenor y guitarra), haciendo un recorrido por su vida y obra.
El espectáculo, de aproximadamente una hora de duración, alterna comentarios sobre la biografía del pintor, obras realizadas, curiosidades, etc.
con música de los compositores más representativos del Renacimiento Español, contemporáneos de El Greco. Simultáneamente se realizará la proyección de imágenes sobre una pantalla de fondo, mediante
una presentación de Power-point, con las obras, retratos, etc. que realizó el autor.
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Sobre el Greco
La obra de El Greco, Doménico Theotocopoulos, es una caso único en la Historia de la pintura. Cualquier persona sin tener muchos conocimientos artísticos puede identificar su inconfundible estilo. Su originalidad radica en una personalidad peculiar y, sobre todo, en que en él confluyen cuatro tradiciones pictóricas y espirituales que se sintetizan en armonía creando un estilo irrepetible: la figuración bizantina, el colorismo veneciano, el manierismo miguelangelesco y la espiritualidad castellana.
Por otro lado, la obra de El Greco es un caso sin parangón de evolución y de madurez de un artista: hay un auténtico abismo entre los trabajos insignificantes del "Greco pintor de iconos" hasta sus altísimas creaciones de época española.
Nacimiento y formación en Creta (1541-1567)
Nació Doméncio Tehotocopoulos en la ciudad cretense de Candía en 1541. La isla era por aquel entonces una colonia de la República Veneciana, donde, sin embargo, se hablaba griego y se regía artísticamente por la estética bizantina. Su iniciación profesional tuvo como marco, probablemente, alguno de los talleres monásticos que mantenían las enseñanzas de la pintura mural y de iconos como una práctica artesana de repetición.
Aunque no tenemos cuadros autentificados de aquella época sus primeras obras en Italia denotan todavía dejes de este aprendizaje como los modelos humanos y el gusto por representar las figuras sin referencia espacial (los fondos dorados).
Los años entre Venecia y Roma (1567-1576).
Debió ser en torno a 1567 cuando El Greco llegó a Venecia, la metrópoli, donde se desplegó ante sus ojos un panorama de excepcional esplendor artístico, que varió su forma de pintar. Coincidió con la última fase del siglo de oro de la pintura veneciana: el viejo Tiziano, Tintoretto, los Bassano y El Veronés. La conversión a la pintura occidental no aconteció súbitamente como podemos comprobar en el Tríptico de Módena (1568) que aún conserva mucho regusto bizantino.
Cuando en 1570 se traslada a Roma ya es un pintor que domina la pintura occidental. En esta ciudad busca seguir aprendiendo del contacto directo con la pintura de Miguel Ángel y conseguir la notoriedad que no puede conseguir en una Venecia plagada de pintores de calidad. Sin embargo, lo más destacable que hace artísticamente hablando son retratos, como el que hace para su amigo Giulio Clovio. El pintor un tanto frustrado por la imposibilidad de mostrar su valía se permite fanfarronear, llegando a declararse capaz de mejorar el Juicio Final de Miguel Ángel. Sea por la enemistad que le genera tal comentario entre los círculos intelectuales romanos, o sea porque confía en algún encargo de mérito en la corte de Felipe II de España, el caso es que hacia 1576 abandona Italia rumbo a España como hicieran otros pintores italianos.
La primera etapa en España (1577-1586).
La primera mención de El Greco en España es de 1577, cuando aparece ejecutando el retablo mayor de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo con su formidable escena de La Trinidad. Poco después pinta el impresionante Expolio de la sacristía de la catedral. Es de imaginar la sensación que en Toledo producirían estas pinturas, en los que se funden originalmente lo mejor del colorido veneciano y del manierismo miguelangelesco. Tales obras y su artífice encajarían perfectamente en el ambiente religioso, literario y artístico de la ciudad.
Pero las aspiraciones de El Greco apuntaban más alto, él había venido a España buscando abrirse las puertas de El Escorial, entrar al servicio de Felipe II. Y, en efecto, en 1579 logró atraer la atención del monarca y el encargo de un cuadro para el retablo de El Escorial. Por desgracia, el cuadro que realizó, el Martirio de San Mauricio (1580-82), no gustó iconográficamente al rey que buscaba una escena
conmovedora al uso de la contrarreforma y no un diálogo amigable entre el santo y sus torturadores.
Fallido el intento de conquistar el favor real, el pintor se domicilia y crea taller en Toledo definitivamente. De aquí apenas saldrá en el resto de su vida. Se siente a gusto en esta ciudad donde no le falta clientela. Sus amistades le piden retratos (El caballero de la mano en el pecho, 1583) y los conventos y parroquias de la ciudad y del arzobispado retablos y lienzos de devoción.
Del Entierro del Conde de Orgaz hasta su muerte (1586-1614).
La obra monumental de El Greco, el Entierro del Conde de Orgaz (1586), es la obra de madurez en donde se concitan los dos géneros en los que se especializa en esos años. El inferior representa la leyenda del milagro acaecido durante el sepelio del conde en donde se aparecieron San Esteban y San Agustín para depositar el cadáver ensu tumba. La escena se actualiza mediante el añadido del grupo de caballeros toledanos contemporáneos del pintor que contemplan la escena y de su propio hijo que mira a los espectadores y nos señala con su dedo el momento. El piso superior representa la recepción del alma del difunto en el cielo. Entre la corte celestial el retrato de Felipe II.
La diversidad de los dos mundos, el terrenal y el celeste, será a partir de ahora una constante de sus cuadros. Todavía en este cuadro el plano terrestre está tratado con sobriedad de colores y realismo en el retrato, pero el cielo ya manifiesta una libertad de pincelada desmaterializadora que "espectraliza" a los seres.
Desde 1596 se produjo un gran aumento de encargos que se mantuvo hasta su muerte. Las razones son varias: la reputación alcanzada por el artista en los años anteriores, el prestigio y amistad con un grupo de mecenas locales que le proporcionaron con regularidad encargos importantes y también, desde 1600, la participación en el taller de su hijo Jorge Manuel, que consiguió encargos en los pueblos cercanos a Toledo. La última década del siglo XVI fue un periodo crucial en su arte pues en él se desarrolló su estilo tardío.
El 7 de abril de 1614 falleció con 73 años, siendo enterrado en Santo Domingo el Antiguo. Su vida, llena de orgullo e independencia, siempre tendió al afianzamiento de su particular y extraño estilo, evitando las imitaciones.
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